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La Dieta Mediterránea en España

¿Siguen los españoles fieles a la dieta mediterránea?

La Dieta Mediterránea se encuentra en un momento de reconquista. España dedica más del 60% de su superficie cultivable a los productos típicos mediterráneos, cerca de la mitad de las exportaciones de productos agroalimentarios corresponden a productos propios de la Dieta Mediterránea y, en cuanto al consumo, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación certifica un aumento de la popularidad de frutas, hortalizas, aceite de oliva y pescado.

María Val, Sabormediterraneo.com

El Informe de la Ponencia sobre la Dieta Mediterránea impulsado por el Senado, destaca como los españoles, a pesar de haber variado considerablemente sus hábitos alimenticios, no han perdido el interés por los productos tradicionales.

mercado

En contra de la creencia mayoritaria que apunta a la progresiva desaparición de la forma tradicional de alimentación en el arco Mediterráneo, desde hace unos siete años, el Panel de Consumo Alimentario recoge un incremento constante en el consumo de productos considerados como componentes principales de la Dieta Mediterránea.

División de opiniones

Existe cierta división de opiniones respecto a si los españoles siguen fieles a la Dieta Mediterránea o han abandonado la alimentación tradicional en pro de costumbres menos saludables.

Para el jefe clínico de medicina interna de la Fundación Jiménez Díaz, Pedro Mata existen falsos triunfalismos. En declaraciones a la agencia Efe, Mata afirmó "estamos lejos de hacer la dieta mediterránea. De hecho, se mantiene un buen consumo de frutas, verduras y aceite de oliva, pero se ha reducido el consumo de legumbres y de cereales. Y lo más grave: ha aumentado tremendamente el consumo de carne, casi tres veces desde la década de los sesenta hasta ahora".

Para Mata en la década de los sesenta era cuando efectivamente se seguía una dieta mediterránea en España, frugal y casi vegetariana, compensada con abundante ejercicio físico -el trabajo en el campo-. El desarrollismo permitió a los españoles elevar su nivel de vida, lo que se tradujo en más carne en el plato y menos actividad física.

Sin embargo, tampoco hay que caer en el alarmismo, sobre todo si nos comparamos con países nórdicos o anglosajones, cuyas tasas de sobrepeso y obesidad -el origen de todo lo demás: diabetes, arteriosclerosis, infartos...- superan ampliamente las de España.

Los nuevos hábitos de los consumidores

Los nuevos sistemas de organización doméstica, la importancia de las comidas de trabajo y el incremento de ingresos dedicados al ocio son solo algunos de los factores que han hecho cambiar los hábitos alimentarios, pero sin hacer desaparecer las viejas costumbres.

La estrategia mayoritaria de los consumidores es hoy por hoy apostar por la compra de productos tradicionales asociados a la Dieta Mediterránea, productos, por otro lado elaborados o semielaborados.

El éxito de las verduras de IV y V gama son un buen ejemplo de ello: estos productos se conservan entre dos y cinco días por estar envasadas al vacío, pero tienen todas las características de los frescos y están listos para cocinar o directamente para comer.

El gusto de los españoles por consumir fruta está contrastado por el Observatorio del Ministerio de Agricultura. En el 2003, el consumo de frutas frescas superó los 100 kg por persona. También registraron un considerable incremento frente al año anterior el consumo de verduras frescas.

Recuperación del concepto saludable

Según los resultados de un estudio realizado por Taylor Nelson Sofres, las crisis alimentarias de los últimos años han reforzado la recuperación del concepto saludable: el estudio indica que el 71% de los encuestados busca productos con menos grasas y más de la mitad aseguran que están dispuestos a pagar más por el valor que diferencia a los productos de más calidad.

Los últimos estudios acerca de los hábitos alimentarios parecen concluir de manera parecida: existe, efectivamente una tendencia a alimentarse de manera más saludable, -especialmente con productos pertenecientes a la Dieta Mediterránea-, pero sin cambiar las rutinas que rodean al hecho alimentario, como son la compra, la preparación o el consumo. Esas rutinas siguen adheridas a la modernidad, a nuestro ritmo de vida: compras muy espaciadas, preparación rápida y fácil y consumo en solitario, en un gran número de casos.

Seguramente lo que los españoles están haciendo es ajustar en parte la Dieta Mediterránea para darle cabida en unas vidas en las que es complicado cocinar con calma. Esta reinterpretación de la Dieta Mediterránea es quizás el primer paso para una recuperación más completa de los hábitos alimentarios tradicionales.

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